lunes, 5 de noviembre de 2012

Bicorporeidad y transfiguración






Apariciones de Espíritus de personas vivas.


118. Antes de ir más lejos debemos responder inmediatamente a una pregunta que no dejarán de hacernos: es saber cómo el cuerpo puede vivir mientras que el Espíritu está ausente. Podríamos decir que el cuerpo puede vivir con la vida orgánica que es independiente de la presencia del Espíritu, y la prueba de esto es que las plantas viven y no tienen Espíritu; pero debemos añadir que durante la vida el Espíritu nunca está desprendido completamente del cuerpo. Los Espíritus, lo mismo que ciertos médiums videntes, reconocen el Espíritu de una persona viviente por medio de un cordón luminoso que termina en su cuerpo fenómeno que no tiene nunca lugar cuando el cuerpo está muerto, porque entonces la separación es completa.    Por medio de esta comunicación el Espíritu es advertido instantáneamente de la necesidad que el cuerpo puede tener de su presencia, y entonces vuelve con la prontitud del relámpago desde cualquier distancia que esté. Resulta de esto que el cuerpo jamás puede morir mientras dure la ausencia del Espíritu, y que no puede nunca acontecer que éste, a su vuelta, encuentre la puerta cerrada como lo han dicho algunos novelistas en las historias de su invención. El libro de los Espíritus,  núms. 400 y siguientes).

119. Volvamos a nuestro asunto. El Espíritu de una persona viva, aislado del cuerpo, puede aparecer como el de una persona muerta, y tener todas las apariencias de la realidad; además, por las mismas causas que hemos explicado, puede adquirir una tangibilidad momentánea. Es el fenómeno designado bajo el nombre de bicorporeidad, el que ha dado lugar a las historias de los hombres dobles, esto es, de individuos cuya presencia simultánea ha sido acreditada en dos parajes diferentes. He aquí dos ejemplos sacados, no de las leyendas populares, sino de la historia eclesiástica.

San Alfonso de Ligorio fue canonizado antes del tiempo exigido, por haberse mostrado simultáneamente en dos parajes diferentes, lo cual pasó por un milagro.

San Antonio de Padua estaba en España, y al mismo tiempo que predicaba, su padre, que estaba en Padua, iba al suplicio acusado de un asesinato. En este momento aparece San Antonio,demuestra la inocencia de su padre y hace reconocer al verdadero criminal, quien más tarde sufrió el castigo. Se probó que en el mismo momento San Antonio no había salido de España.

Habiendo sido evocado San Alfonso, e interrogado por nosotros acerca del hecho arriba manifestado, contestó lo que sigue:

1. ¿Podría explicarnos este fenómeno?

Sí; el hombre, cuando está completamente desmaterializado por su virtud, y que ha elevado su alma hacia Dios, puede aparecer en dos parajes a la vez. He aquí cómo. El Espíritu encarnado,sintiendo venir el sueño, puede pedir a Dios transportarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu o su alma, como queráis llamarla, abandona entonces su cuerpo seguido de una parte de su periespíritu, y deja la materia inmunda en un estado vecino a la muerte. Digo vecino a la muerte porque queda en el cuerpo un lazo que une el periespíritu y el alma a la materia, y este lazo no puede ser definido. El cuerpo aparece en este estado al paraje que se le ha llamado. Creo que es todo lo que deseáis saber.

2. Esto no nos da la explicación de la visibilidad y tangibilidad del periespíritu.

El Espíritu, encontrándose separado de la materia según su grado de elevación puede hacerse tangible a la materia.

3. ¿El sueño del cuerpo es indispensable para que el Espíritu aparezca en otros parajes?

El alma puede dividirse, cuando se siente transportada a un lugar diferente de aquel en que se encuentra el cuerpo. Puede acontecer que el cuerpo no duerma, aunque esto sea muy raro,pero entonces el cuerpo no está jamás en un estado perfectamente normal, está siempre en un estado más o menos extático.

Observación. – El alma no se divide en el sentido literal de la palabra; irradia por diferentes lados, y es así como puede manifestarse sobre muchos puntos sin estar dividida; es lo mismo que una luz que pueda
simultáneamente reflejarse en muchos espejos.


LIBRO DE LOS MÉDIUMS (Allan Kardec).-CAPÍTULO VII

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                                                      MI VEJEZ

 De haber sabido que mi vejez, iba a estar llena de tanto aprendizaje, razonamiento y evolución, la hubiera comenzado diez años antes.
Oswaldo E. Porras Dorta


                                                            


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